Tal parece que a diosito no le gustó que Leonardo da Vinci se inspirara en sí mismo para el rostro de Jesús, porque este fresco (por así llamarle, porque no es, técnicamente, un fresco) ha sufrido todas las calamidades posibles. El verdadero milagro es que aún sobreviva. No te pierdas esta cápsula cuántica, parte de Sirenas Cuánticas.
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