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Ven, Sígueme con Pepe Valle de Central de las Escrituras

Doctrina y Convenios 46-48 | Ven, Sígueme con Pepe Valle | Buscad diligentemente los mejores dones.

Cuando Parley P. Pratt, Oliver Cowdery, Ziba Peterson y Peter Whitmer Jr. partieron de Kirtland y se trasladaron a otros campos de trabajo, dejaron a más de cien conversos que tenían bastante entusiasmo, pero poca experiencia o guía. No había manuales de instrucción, reuniones de capacitación de líderes ni transmisiones de conferencia general; de hecho, ni siquiera había muchos ejemplares del Libro de Mormón. Muchos de esos nuevos creyentes se habían sentido atraídos al Evangelio restaurado por la promesa de maravillosas manifestaciones del Espíritu, especialmente de las que tenían conocimiento tras estudiar el Nuevo Testamento (véase, por ejemplo, 1 Corintios 12:1–11). Al poco tiempo, algunas expresiones inusuales de adoración —entre ellas tirarse al suelo o retorcerse como una serpiente— se introdujeron en sus reuniones de la Iglesia. A muchos se les dificultó discernir entre las manifestaciones que eran del Espíritu y las que no lo eran. Al ver la confusión, José Smith pidió ayuda en oración. La respuesta del Señor es igualmente valiosa en la actualidad, cuando las personas a menudo rechazan o hacen caso omiso de las cosas del Espíritu. El Señor reveló que las manifestaciones espirituales son reales y aclaró lo que son: dones de un amoroso Padre Celestial, “que se dan para el beneficio de los que [l]e aman y guardan todos [Su]s mandamientos” (Doctrina y Convenios 46:9).

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